viernes, 30 de enero de 2015

La moral y los retos que enfrenta en la era moderna

       
        

        La globalización, el vértigo, el desarrollo de la industria y las tecnologías de la Información y Comunicación son las características que definen con mayor fuerza a la era moderna. La evolución de los procesos de producción y de la técnica, es el paradigma del desarrollo de nuestra civilización hoy en día. La educación humanística ha perdido valor, sobre todo en las sociedades occidentales, cuya fascinación por la evolución industrial y tecnológica, ha dejado de lado el estudio de la ética y la moral.
            Aclaro que no soy un detractor de la evolución tecnológica, pero tampoco dejo de señalar que no siempre es bien encausada. La ciencia sin humanidad, ha crecido proporcionalmente con la innovación. El desarrollo tecnológico desenfrenado ha generado un fenómeno sistemático de guerras, desastres nucleares, destrucción del medio ambiente y diferentes formas de barbarie en las cuales la humanidad se autodestruye y denigra como especie. La función moral es poner freno a la independencia técnica.
            En medio de un momento crítico de su historia, el hombre tiene que reencontrarse de nueva cuenta con los principios morales que fundamentan la existencia. Despegarse aún más de la moral, significa atrofiar continua y exponencialmente la vida entre humanos. La moral tiene que ser moderna porque para nosotros es todavía un modelo. Debemos acudir a ella para que nuestro quehacer existencial pueda generar un mayor bienestar común. La modernidad no consiste en inventar una nueva moral, sino adecuar la moral a los nuevos problemas en forma continua.
            La moral tiene que ver con el hecho de que el hombre es un ser dotado de razón y lenguaje que no solo reflexiona sobe el mundo sino también sobre su accionar. Si bien la reflexión moral debe estar presenta en los quehaceres cotidianos de los hombres, es necesario que cada hombre cree un marco moral que regule y guie sus acciones. Una conciencia moral impedirá que los hombres actúen en base a emociones, impulsos o intereses. Solo con la construcción de un marco ético, nuestra civilización se alejara de las formas más primitivas de existencia entre los hombres que acarrean consigo violencia, discriminación y conflictos.
            Al respecto de esto, el imperativo categórico Kantiano dice que se puede formular un criterio para las acciones morales: el de la posibilidad de generalización. Para saber si una acción es moralmente correcta, tengo que probar que puedo sostener ese principio a lo largo de toda mi vida y que cualquiera en mi lugar lo reconocería. La tesis de este imperativo radica en la generalización del principio moral. El principio no debe ser netamente subjetivo o acorde a los intereses de un individuo. Como vivimos con otros seres humanos, un principio moral debe tener la cualidad de que cualquier individuo pueda entender la objetividad y el razonamiento que lo sustentan.
            La razón es el elemento más importante de la moral. Para el accionar moral es necesario que yo llegue desde la razón y asuma la responsabilidad de responder por ese accionar. La moral tiene menos que ver con la obediencia con la autorreflexión de los hombres acerca de su situación. Cada hombre debe ser educado de acuerdo a ciertos principios morales que regirán su actuar sobre el mundo. Pero de igual manera, cada hombre debe ser creador de su propia moral; una que de acuerdo a su razón le permita coexistir sanamente con otros, generándole a su vez una mejor vida y sin pasar por alto la regla de oro: no le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran.
            El seguir únicamente los principios morales heredados por nuestros padres, familiares y amigos de nuestro entorno cercano sin cuestionarlos, los convierte en una conducta aprendida y no como el marco una moral propia. Estoy de acuerdo en que los valores impuestos en nuestro hogar deben obedecerse, más cuando estamos en una temprana edad y  somos francamente dependientes de las atenciones de nuestros padres y adultos. Pero debe llegar un punto en el que cada norma moral establecida en la infancia y adolescencia, debe pasar por el filtro de la autorreflexión y aprobarla según el criterio de nuestra razón. Solo así cada hombre podrá sentirse digno de ser creador de su propia moral. Como una vez dijo Jean Paul Sartre, “el hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”.

            En los tiempos modernos, en donde las nuevas generaciones actúan de manera seducida por el estoicismo, el reconocimiento y la inmediatez; la moral no resulta un tema placentero. La moral se tiene que despegar del egoísmo y la comodidad. No debe ser tan volátil para cambiar según los intereses de cada situación, ni tan hermética como para cerrarse a modificaciones. En un mundo cambiante y pragmático, es normal que la moral esté sujeta a cambios, pero estos deben realizarse bajo las ya mencionadas formas de raciocinio y responder por una vida mejor entre humanos; en donde se vea por la convivencia, la armonía y el respeto a los demás como forjadores de una vida mejor.

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