La
comunicación no es un proceso mecánico ni objetivo. A decir verdad es muy
difícil de predecir y de teorizar. La simple y llana lógica no puede explicar
la falta de comunicación efectiva y en ocasiones, ni mucho sentido común puede
hacer que los interlocutores se conecten y resuelvan sus diferencias de forma
pacífica. Basta que un término mal usado o una palabra fuera de lugar jueguen
en contra para descomponer la comunicación entre las personas.
A estos elementos externos que
desempeñan un papel determinante a la hora de comunicarnos, lo llamamos
contexto comunicativo. Según Berko (1997) el contexto es el conjunto de
características de la situación en que la comunicación tiene lugar, entre las
que se incluyen el entorno físico y las otras personas presentes.
Para poder lograr mayor control y
conciencia de la forma en que tenemos que comunicarnos, lo primero es
identificar el contexto y empezar a desenvolvernos a partir de como él nos lo
permita. El espacio físico, la situación y las personas con las que estas
terminan por determinar un contexto. Es por eso que no es lo mismo convivir con
tus amigos cuando estas en la escuela o en la iglesia que cuando estas en
espacios recreativos.
El contexto también puede cambiar
según la situación que lo envuelva. En un equipo deportivo, el contexto varía
según si el resultado del partido fue positivo o negativo. Y sobre todo las
personas con las que estas. No es lo mismo conversar con tu mejor amigo que
hacerlo con la directora de la escuela; o en una reunión familiar, el contexto
no es el mismo en la mesa de los niños que en la mesa de los adultos.
Según Bloom (1970) una producción
lingüística utilizada en dos contextos o situaciones distintas transmite
respectivamente dos significados distintos, lo cual permite atribuir una mayor
riqueza al lenguaje de los sujetos. En síntesis no se trata de lo que digas
sino en que momento lo hagas, en qué escenario y ante cuales personas. Cada
mensaje es emitido en medio de un contexto, y este tiene el poder de definir su
significado.
Se han establecido múltiples
tipologías de contextos, atendiendo a distintos criterios que a su varían en su
grado de restricción. De acuerdo con De Vito (1991), el contexto comunicativo
tiene por lo menos tres dimensiones que delimitan los correspondientes
contextos siguientes: a) físico, o
sea, el entorno concreto o espacio
físico de comunicación- por ejemplo una habitación-; b) temporal, que abarca el momento diario e histórico de
comunicación, además de la secuencia de las unidades comunicativas, y c) socio patológico, es decir, las
reglas culturales, el nivel de formalidad de la situación, las relaciones entre
los interlocutores incluyendo su posible amistad, etc. Según el autor, las tres
dimensiones mencionadas interactúan entre sí.
El esquema de este autor le añade
nuevos factores a la configuración de un contexto. Primeramente: el tiempo. No
es lo mismo el contexto creado por dos personas que se frecuentan, a otro en el
que dos viejos amigos que tenían año sin verse. En ocasiones la temporalidad
crea un contexto sano paras las relaciones. Cuando dos personas tienden a
frecuentarse, la relación puede desgastarse o unirse; pero sin duda el contexto
no es el mismo que si no lo hicieran.
El otro factor adicional es más
determinante, y que por tanto no debe ignorarse: el socio patológico. La
cultura o los valores que definen a una sociedad, situación o cualquier grupo
humano marcaran la pauta sobre las formas de comunicarse. Un comentario o una
acción pueden ir en contra de las normas culturales o simplemente estar fuera
de situación. Una broma de humor negro en una reunión formal puede ser muy
desagradable.
Otro criterio de clasificación pone énfasis
en el significado que los distintos tipos de contexto conjuntamente permiten
atribuir al mensaje (Gross, 1995). De
este modo se distingue entre: a) contexto
de la frase, en la que se ubican las palabras; b) contexto conversacional, al que se remiten las frases, y c) contexto social, centrado en el
espacio físico y los motivos de comunicación. Por consiguiente, el termino
contexto se refiere tanto a los atributos lingüísticos como a los no lingüísticos
de la situación comunicativa (Snyder, 1981).
Las palabras emitidas y la forma en
que se expresan son otro complemente del contexto. Podemos decir que algunos
contextos se crean a partir de las palabras que sus interlocutores utilizan. El
lenguaje de una persona forma, crea un contexto formal; mientras que el de un
vago, crea un contexto vulgar. Las conversaciones pueden también cambiar el
contexto de una reunión social. Un grupo de amigos puede iniciar con un tema de
conversación serio y después pasar a contar bromas o anécdotas. El contexto
cambia a raíz de la conversación.
Sin duda el contexto pesa mucho en
nuestra manera de convivir y de comunicarnos. Está presente en cada momento, en
cada lugar, con cualquier persona y en cualquier charla. Es imposible escapar
de él. Un contexto es lo que determina si una persona se siente cómoda o no.
Seduce o espanta, pero nunca deja de estar presente. Es probable que la mayoría
de las personas ignoren los elementos contextuales que aquí acabamos de
analizar; pero los ignoremos o no, es un hecho que no dejan de influir en la
cotidianidad de nuestras vidas.
Excelente.
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