martes, 30 de diciembre de 2014

Culturas juveniles, un acercamiento teórico



         



Podemos entender en término generales a la Cultura como el conjunto de formas y expresiones que se caracterizan en el tiempo en una sociedad determinada. Por el conjunto de formas y expresiones se entiende e incluye a las costumbres, creencias, prácticas comunes, reglas, normas, códigos, vestimenta religión y maneras de ser que predominan en el común de la gente que la integra.
            Partiendo de este concepto, cada sociedad se compone de diferentes subculturas, ósea, una cultura dentro de otra cultura. Los jóvenes son un sector estratégico importante en el desarrollo que pueda tener una sociedad. Mannheim (1944) llega a afirmar que “la función específica de la juventud es la de ser  un revitalizador, es decir, un eje desde el que articular procesos y prácticas de renovación de la sociedad, un revulsivo que impele al cambio”.
            En estos términos, la juventud tiene sobre sus hombros el peso de relevar los procesos evolutivos de una sociedad. El factor renovación representa una distinción de la generación anterior. La juventud de hoy en el sentido cultural y de formas de expresión, es muy singular y propia de la que fue la de épocas anteriores.
            La juventud, con el paso del tiempo, ha ganado terreno en el plano de reconocimiento de una cultura autónoma con sus propias formas simbólicas de expresión, consumo, valores y dinámicas sociales. Se ha dotado de una identidad propia. Como lo propone Pierre Bourdieu (2002) “La juventud como fenómeno social sólo puede ser definida en términos de cultura. Y hay cultura juvenil en la medida en la que ésta se sitúa como renovación de la cultura en la que se inserta”.
            Las culturas juveniles están inmersas en un periodo de espacio y tiempo. Cambiaran a medida que el tiempo y las condiciones sociales avancen. Los símbolos, las formas de expresión, consumo y convivencia se verán determinadas por estos dos factores y como cualquier caso, sufrirán cambios en mayor o menor medida según sea el caso.
            “El primer gran factor estructurador de las culturas juveniles es la generación como nexo que une biografía, estructura e historia. Las culturas juveniles más visibles tienen una clara identidad generacional” (Merino). Cada generación logra una identidad propia dentro del espectro de la cultura juvenil. Situados en un mismo periodo de espacio y tiempo, los grupos generacionales logran identificarse por experiencias comunes vividas en un mismo periodo de tiempo.
            A este enlace de tiempo y espacio es lo que Mannheim denomina situación generación como el punto en el que se unen tiempo histórico y las condiciones sociales de históricas de existencia. El concepto hace referencia a las condiciones sociales y culturales en que viven los sujetos porque determinan modos de experiencia y conciencia posible.
            Del planteamiento de Mannheim se concluyen dos grandes aportaciones. Por un lado, la idea de que la coincidencia en el tiempo no hace que se forme una generación. Y, por otro lado, la cuestión del vínculo que da unidad a una generación. De esta forma, Mannheim subraya la importancia del contexto social, de la forma de producirse el “ser-con-otro”, porque permite que existan formas de conexión generacional.
            Según Merino “Las generaciones se identifican sobre todo por la adscripción subjetiva de los actores, por un sentimiento de contemporaneidad expresado por recuerdos en común”. Las generaciones deben tener  formas y símbolos que los unifiquen y determinen su existencia. Es por eso que las condiciones sociales determinaran a una generación puesto será el momento histórico que ellos vivieron y prevalecerá para siempre en sus recuerdos.
            En la actual generación de jóvenes ese vínculo que brinda el sello de contemporaneidad son sin duda las posibilidades que las nuevas tecnologías ofrecen. Redes sociales, teléfonos inteligentes, videojuegos, música electrónica etc. Son la punta de lanza que unen a esta generación y le brindan el sentido de contemporaneidad que logra distinguirlos de las generaciones anteriores. Las generaciones se identifican sobre todo por la adscripción subjetiva de los actores, por un sentimiento de contemporaneidad expresado por recuerdos en común.

            


            

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