lunes, 7 de abril de 2014

El problema pedagógico del conocimiento científico

      

           Un profesor de que tuve hace un par de años en la universidad, solía decirnos: “la ciencia no es para las masas”. En efecto, el  conocimiento científico nunca ha sido material que se pueda adaptar al quehacer de las grandes masas de personas. Es más bien un tópico reservado a un selecto grupo de hombres que dedican sus esfuerzos intelectuales a la investigación y producción de estudios de este tipo.
            Nuestro problema en los países de América Latina, es la falta de una cultura que aprecie el conocimiento como un elemento que despierte curiosidad en los estudiantes y una virtud digna de admirar en los individuos que lo atesoran en grandes proporciones. Contrario a esto,  a los estudiantes de esta región les genera apatía profundizar en conceptos, teorías y formulas; de los cuales demandan, una escueta explicación que les permita entender el tema a manera simple.
            El primer problema del estudio del conocimiento científico es la simplificación del conocimiento de una ciencia determinada como método pedagógico que facilite la comprensión de los temas vistos. La pedagogía hace una loable labor en este caso, pero la complejidad del conocimiento en algunas áreas de la ciencia tiene que ser estudiado con el mismo rigor si se quiere realmente tener un dominio sobre él. Acostumbrar a la mente a un aprendizaje que no conlleve mucho esfuerzo no es la mejor vía para formar nuevos científicos.
            El gran desafío de la pedagogía actual no es la simplificación de conocimientos que vulgaricen el carácter complejo de la ciencia. Tampoco es facilitar la transmisión de las ideas, porque con esto solo se produce la repetición y trivialización del conocimiento. El reto pedagógico de nuestro tiempo consiste en explotar todas las potencialidades del pensamiento para conocer y comprender los complejos problemas de la ciencia y de la cultura nacional y universal.
            La tarea principal en América latina radica en incentivar a los estudiantes, no solo a asimilar lo ya conocido, sino más bien en lograr que produzcan nuevos conocimientos, con los cuales logren desarrollar nuestra civilización dependiente de la producción científica, tecnológica e intelectual de las regiones más desarrolladas del mundo.
            El aprendizaje se ve mediado por las relaciones y condiciones sociales de una civilización que funcionan como obstáculo o incentivo para que este se logre. Una comunidad acumula y transmite conocimientos a cada generación mediante una forma de raciocinio; ya sea de carácter científico o no. Para alcanzar una comprensión completa e integral del conocimiento científico, es necesario identificar las formas de raciocino con las que se accede al conocimiento y transformarlas hasta lograr una asimilación más clara y objetiva.
            La calidad del conocimiento depende del método con el que se llega a él. El método científico se utiliza para generar mayor validez y precisión a los conocimientos que permitan entender la realidad y tener un mayor control sobre ella.
            Las pedagogías evolucionan según las necesidades del tiempo en el que sobreviven. Las pedagogías tradicionalistas, transmisoras de conocimiento del maestro al alumno, han comprobado ser obsoletas para nuestro tiempo; por ser unilaterales, inflexibles, atentar contra la curiosidad natural del alumno y crear individuos con escaso pensamiento crítico. Los métodos simplificadores pueden estimular y facilitar el conocimiento en los alumnos, pero a mediano y a largo plazo, solo generan un conocimiento simplista y trivial que no forma el hábito del esfuerzo en el estudiante. Además de que no responde a las grandes complejidades del estudio científico de los tiempos actuales.
            Ante la competitividad y los niveles de desarrollo a los que se enfrentan los individuos hoy en día, lo más óptimo es una pedagogía de lejos de ser repetitiva y simplista, problematice los saberes y métodos aceptados y estimule la curiosidad, el pensamiento crítico y la investigación científica en el individuo para que pueda deducir su propio conocimiento, y no se conforme con el ya aceptado.
            La misión de esta pedagogía de la ruptura es formar en las nuevas generaciones un desarrollo en el intelecto y en las facultades superiores del ser humano, con un sentido creativo, innovador e inteligente que les permita enfrentar los complejos problemas de la sociedad global del presente y del futuro.
            Es claro que el aprendizaje en las nuevas generaciones es muy deficiente. Los resultados en las pruebas Internacionales comprueban esta hipótesis. Ante un fracaso generacional, exponencial y constante, vale decir que el poco aprovechamiento académico es producido por las circunstancias de la sociedad y la educación. Ni el sistema educativo y ni las condiciones y valores sociales han sido tierra fértil en la que germinen individuos con mayores virtudes intelectuales.
            La solución a un sistema fallido es remplazo de nuevas formas de racionalidad y un nuevo sistema pedagógico que permita la comprensión, memorización y aplicación de los lineamientos conceptuales que cada individuo necesita para desenvolverse exitosamente en su localidad, nación y sociedad global.
            Generalmente el sistema educativo ha sido analizado aislado de las condiciones sociales y la cultura en la que se aplica. Este criterio erróneo desliga a la educación de su carácter e influencia social y no toma en cuenta al individuo como producto de una cultura y de circunstancias sociales que influyen en su cosmovisión y aprendizaje. Una educación alejada del sentido social no sabrá apelar a los conocimientos que deberá impartir ni a los métodos precisos de enseñanza, reproduciendo así la anémica producción científica y el continuo declive en el aprendizaje de las nuevas generaciones.
             

           

            

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