Los fantasmas de la guerra fría que
atormento Europa por más de cuarenta años, y que termino con la caída del muro
de Berlín en 1989 y la desintegración de la unión soviética en 1991, regresan
con imprudente asomo a Ucrania. Los efectos de la revolución de maidan se hacen
sentir, y tras la caída del ex presidente Viktor Yanukovich, se ha desatado una
convulsión en el orden geopolítico que incluye la disputa entre la OTAN y Rusia
con potenciales tintes de guerra.
La
raíz del problema surgió tras la negativa de Yanukovich de firmar el Acuerdo de
Asociación y libre comercio con la Unión Europea. El gobierno ruso presiono
para que se tomara esta medida en un afán de perseverar sus intereses. Rusia es
el principal socio comercial de Ucrania. Las intenciones de Vladimir Putin eran
alejar a Ucrania del área de influencia europea. En repudio, miles de ucranianos salieron a
protestar al día siguiente.
Ucrania
aun sostiene una fuerte dependencia en la importación del gas ruso. Esto como
consecuencia de la pasividad de su gobierno por su falta de creación de un
mercado nacional gasífero que propicie la inversión para el desarrollo de las
propias reservas de gas. Como consecuencia Rusia los tiene sujetados de la cola
y los chantajea a su antojo.
Una
vez derrocado el régimen de Yanukovich, Rusia sorprendió al mundo movilizando
tropas y tanques de su ejército en la península de Crimea. Crimea perteneció
durante más de 200 años a Rusia, desde que los zares la conquistaron. El 60% de
sus habitantes es ruso y apenas un cuarto Ucraniano. En 1954 Nikita Jrushev
cedió Crimea a Ucrania, pero Moscú mantuvo el control sobre Sebastopol, la
ciudad donde se encuentra la base de la flota del mar negro. Al conquistar la
independencia y soberanía sobre la ciudad, Ucrania cedió en alquile la base
naval hasta 1942.
El
gobierno de Putin se sabe en desventaja ante las influencia de la OTAN sobre
Ucrania, por lo que ha realizado una movida agresiva y de carácter
potencialmente bélico. El temor de Rusia es previsible. No quiere perder toda
su fuerza sobre Ucrania y opta por marcar territorio en su mayor área de
influencia. La decisión del parlamento de Crimea de unirse a Rusia y convocar
un referéndum para el próximo domingo 16 de marzo es la movida institucional
más trascendente en la crisis que enfrenta Rusia con Occidente por el control
de Ucrania.
Rusia
desconfía de la OTAN y sabe que sus intenciones son apoderarse de la relación
comercial con Ucrania, y si las circunstancias se lo permiten, remplazar la
flota del mar negro rusa en los puertos de Sebastopol y Balaclava. El complot
occidental terminara por completarse con la instalación de un gobierno leal en
Ucrania, con líderes de extrema derecha, los cuales revocarían el acuerdo
básico por Crimea.
Por
el bando contrario, Obama ha exigido el retiro de las tropas rusas de Crimea y
aprobado sanciones económicas contra su gobierno. Estados Unidos acusa a Rusia
de violar la soberanía de Ucrania. Su principal temor es una política
expansionista de Rusia y apoderarse no solo de Crimea sino completamente de
Ucrania.
La
alianza que sostiene Estados Unidos con la Unión Europea aunado al triunfo de
la revolución maidan, lo posicionan por encima de Rusia en la disputa por los
intereses en Ucrania. Dudo mucho que Rusia se lance en un conflicto armado por
anexar a Ucrania a su bloque económico, pero tampoco quieren perder el poder
ganado en Crimea ni las relaciones comerciales que tenían en el resto del país.
Si Rusia no opta por un conflicto armado, la OTAN tiene la responsabilidad de
llegar a un acuerdo diplomático con su gobierno.
En
el medio se encuentra la victima de este conflicto político: la sociedad
ucraniana. Disputada por dos grandes potencias y sin saber si vira hacia el
este o el oeste, Ucrania se encuentra en quiebra. Este año deberá pagar 16.3%
de los más de 60 mil millones de dólares de deuda, en medio de una caída de las
reservas y una fuerte devaluación de su moneda. La dependencia del gas ruso es
otro punto adverso. El gobierno presenta una deuda con Gazprom de mil 600
millones de dólares.
Ucrania
necesita urgentemente 35 mil millones de dólares. Pero la Unión Europea, que
apenas ha sacado la cabeza de la crisis, está concentrada en ayudar a sus
propios miembros como Grecia o España. Ante esta crisis económica y política,
el panorama es poco claro para esta nación.
Después
de un cuarto de siglo, Tirios y Troyanos tienen en común un objetivo pero con
diferentes intereses. La lucha entre
Rusia y la OTAN por el asociarse con Ucrania, han revivido los fantasmas de la
guerra fría y desatado los tambores de guerra en Europa.
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