lunes, 27 de enero de 2014

El lago de Bled



           Europa entro en mi conciencia cuando mi padre veía los partidos del campeonato Europeo de naciones de futbol. Disfrute con el los juegos y la distinción de las nacionalidades. Los países europeos comenzaron a generarme intriga, al punto de que cuando era un estudiante de bachillerato mi máximo sueño era un viaje para conocer el viejo continente. Mediante asombrosas postales que congelaban en imágenes hermosos paisajes y castillos, Europa logro impresionar mis ojos y no me decepciono cuando la visite en 2011 a la edad de 19 años.
            Pero así como el futbol fue el punte de interacción entre mi ser y los países europeos, la popularidad de las grandes selecciones de los países europeos, despertó mi admiración. Es totalmente cierto que un buen representativo nacional en materia de futbol, coloca a un país ante los ojos y la atención de millones de personas en el mundo. Siguiendo esta metodología, países como Eslovenia vivan bajo la sombra de Inglaterra, Francia, Italia o Portugal.
            Eslovenia es un país de apenas dos millones de habitantes. Se independizo de Yugoslavia en 1991 tras la guerra de los diez días. Curiosamente tiene tres idiomas oficiales: esloveno, italiano y Húngaro. Como nación se ha oficializado en organismos internacionales.  En 2004 se adhirió a la unión europea; en 2007 al euro y en 2010 a la OCDE. A pesar de que un país tan pequeño como Eslovenia no representa mayor importancia o interés en el público latino, encontré entre mis ratos de ocio un lugar mágico y digno de conocer de este modesto país; se trata del lago de Bled.
            Bled es una población ubicada entre los Alpes Julianos en la zona noroccidental de Eslovenia. Tiene 11,023 habitantes según el censo de 2002. Lo que hace famoso este lugar es su paradisíaco lago glacial de aguas azules y rodeadas de los verdes y majestuosos Alpes y pinos que junto con un cielo azul y una isla en medio completan un paisaje sublime digno de un cuadro de obra de arte.
             La isla de Bled está situada en medio del lago de Bled. Justo en medio como punto de referencia humano que se  junta en sincronía estética  con el lago y los Alpes para enaltecer aún más este lugar y unificar la naturaleza con la civilización. Naturaleza divina compuesta por un lago de azul celestial; con pinos verdes que reflejan las espiritualidad de la naturaleza y la vida humana haciendo conjunto con la huella civilizadora de una simple isla en medio de todo.
            El lago es especial para la visita de turistas que desean disfrutar de la estadía en un lugar paradisíaco. El lugar es ideal para relajarse, bañarse en las frías aguas de su lago, leer un libro y compartir con una persona especial. Si bien no es un lugar de emociones fuertes, su mágico paisaje lo convierte en inolvidable.
            Estoy seguro que a mi madre le encantara visitarlo. Seria genial poder rentar una cabaña y estar ahí por espacio de un fin de semana o la semana completa; si el dinero lo permite. En lo personal los altos pinos y los verdes paisajes de Alemania impresionaron mis sentidos. Aun no los olvido y espero con ansias regresar y verme rodeado de ese regalo que la naturaleza les brinda a nuestros hermanos europeos. Pero si esto logro deleitarme tanto, es probable que la isla de Bled se convertiría, en una mágica experiencia que marcaría mi existencia.

            Cuando estuve en Cali, Colombia me dijeron que a esa ciudad se le apodaba la sucursal del paraíso. Lo más curioso del lago de Bled es que viendo el mapa de Europa, Eslovenia se encuentra justo al sur de Austria. Alemania es muy cerca de Eslovenia; por lo que a tres años de haber estado ahí, finalmente me doy cuenta que Cali no fue la primera sucursal al paraíso.  

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